¿Tu mataste a Farándula 40?

Alberto Benitez
4 min readOct 25, 2020

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A quién corresponda.

Somos adultos. Hacemos cosas bien, hacemos cosas mal. Pretextos no faltan. Haríamos bien en explicar cómo tomamos decisiones para que hubiera más de las buenas decisiones y menos de las otras.

La puta pandemia ha sido una causa para que matemos muchas cosas. Hay que parar ya. El puto Covid solo tiene un efecto. Uno solo. Terrible, pero solo uno. El resto son las decisiones que tomamos. Esas son más peligrosas.

Te voy a explicar lo que pasaba en el programa que eliminaste.

Se trataba de lo bien hecho. Eso es raro. Lo normal es hablar de lo que hay que hacer. Todos los días tenemos muchas cosas que hacer y hablamos de las obligaciones que tenemos. Pero en cambio no hablamos de lo mejor. No hablamos de que él o ella pudieron hacer algo mejor en lugar de sólo cumplir. No hablamos de que alguien hizo algo extraordinario.

En los deportes a veces se habla de lo mejor. A veces. Porque en un partido sólo a veces se realiza una hazaña: una jugada que pone al atleta en la historia. Lo normal es simplemente esperar a que uno u otro gane. Se puede ganar un partido, es mas: se puede ganar un campeonato sin hacer nada extraordinario. Por eso lo normal es solo ver la tabla de clasificación, y ver quien va arriba. Un resumen de 10 segundos vale tanto como un mal juego.

En el mundo del arte la hazaña es lo que se espera. En el mundo del arte lo extraordinario es lo que se espera. No es lo mismo un chiste que te hace sonreír a uno que te hace soltar la carcajada. No es lo mismo una historia de terror que te distrae a una que te hace tener pesadillas. No es lo mismo una película que te divierte a una que te hace llorar. Eso es el arte.

Farándula 40 se trataba de hablar de lo extraordinario que se puede ver en el cine, en el teatro, en la música o en Internet. Solo en el mundo del arte se espera lo extraordinario.

Por eso tenían que hablar de lo mal hecho, de lo que se quedó a medias, de lo que falló. Lo extraordinario es raro. Pasa algo muy similar cuando vamos a un restaurante. Esperamos un buen servicio, pero si nos decepcionan, ¿cómo reaccionamos? Los faranduleros reaccionaban como debemos reaccionar: se enojaban. Como hasta tú te enojas al recibir un mal servicio. No es una virtud no quejarse. No es una virtud conformarse. Está es la única consecuencia moral del arte: que nos enseña a exigir lo estupendo. Y si no lo recibimos tenemos que quejarnos: abuchear, aventar jitomatazos, aventar las palomitas, romper la manualidad de Maniguis, pedir que no devuelvan el boleto.

Por eso el melómano tenía un Top 5 que se convertía en un Top 6: porque es muy valioso hablar de lo que está bien hecho.

Eso era Farándula 40.

Eso era.

Ya no.

Decidiste cancelarlo.

Por eso tenían la sección de la manualidad: era jugar a hacer algo, pero hacerlo bien. Ese era el juego en el que nos involucraban. Por cierto, ese juego no se juega en la escuela. Ese juego no se les enseña a los niños. A los niños les enseñamos a cumplir y ya. Les enseñamos a hacer las cosas al ahi se va. Tú crees que eso es suficiente. Yo no.

El programa no era de los faranduleros. Su talento lo hacía posible pero no era de ellos. Por eso alguien truena los dedos y se van a la chingada. Aunque llevaba el nombre del canal (Farándula 40) no era mitad y mitad. Hay animales más iguales que otros animales.

Por cierto, a mi me vale un cacahuate que se pierda un espacio de visibilidad de la comunidad LGBTT. Y por lo visto a ti también te vale.

Somos adultos. Y los adultos sabemos también que no es lo mismo tener la autoridad para tomar una decisión, que tener la inteligencia para tomar esa decisión.

Somos adultos. Todos los adultos recordamos como fue el día cuando un amor nos dijo que sí. Y, todos recordamos también como fue el día cuando ese amor se acabó. A los que mataron a Farándula 40 les deseo que todos sus días sean solo como el día cuando murió su amor. Eso es suficiente para ellos. Nada fuera de lo normal.

A los 6 o 7 que hacían el programa (no todos son iguales), no sé qué decirles.

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