SEGUNDO, ENCUENTRA LAS PALABRAS

Alberto Benitez
3 min readMar 5, 2024

Las palabras son la encarnación del pensamiento.

En dos sentidos: son lo que pone en el mundo material (como sonido, como imagen) al pensamiento; y al ser de cierta manera, al tener ciertas cualidades, determina el orden, la organización que tendrá el pensamiento. El cuerpo hace posible la organización de los sentidos, los pone en cierto lugar, el cuerpo les da una forma. Las palabras determinan, limitan, definen al pensamiento. Son los vehículos que tenemos.

La analogía del cuerpo es útil porque aunque el cuerpo que somos no lo creamos ni lo diseñamos, de verdad podemos mejorarlo de muchas maneras. Así con las palabras.

La brevedad de El Príncipe nos ayuda a verlo como al patio de una casa desde su techo.

Hemos revisado la primera parte, el mapa. El mapa es nada menos que el primer párrafo de la obra. Ahí nos señala el tema y la meta de este texto: qué tipos de principados hay y cómo adquirirlos:

“Todos los Estados, todos los dominios que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son repúblicas o principados. Los principados son hereditarios o nuevos. Los nuevos o lo son del todo, como lo fue Milán bajo Francisco Sforza, o son como miembros agregados al Estado hereditario, como es el reino de Nápoles para el rey de España. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres; y se adquieren por las armas propias o por las ajenas, por suerte o por virtud”.

Las comunidades son de dos tipos: o principados, o repúblicas. Eso es determinante porque o están acostumbrados a ser gobernados por un príncipe, o no. Es decir: no se puede crear la obediencia de la misma manera en uno que en otro. La última parte de la cita, nos señala cómo se adquieren: o por virtud, o por suerte, o usando armas ajenas, o armas propias.

Ya que tenemos claro el mapa que nos ha puesto Maquiavelo en el primer párrafo de la obra, debemos lanzarnos a proponer nosotros el índice.

Porque él no lo hace.

El Príncipe está dividido claramente en 26 capítulos, cada uno con un título. Pero lo que Maquiavelo no hace es definir las partes o secciones, los grandes continentes en los que está estructurado El Príncipe. ¿Cuál es la primera parte de El Príncipe, cuántos y cuáles capítulos lo componen? ¿Cuál es la segunda? ¿Hay dos, cuatro, partes? ¿Cuántas? ¿Cuál es el plan para avanzar en la conquista de principados y repúblicas? Eso no lo dice.

Maquiavelo confía en que el lector será lo suficientemente curioso, confía en que el tema le interesa lo suficiente como para lanzarse a hacer preguntas. Porque de esa manera, saliendo a la caza de las partes maestras del texto es como el lector podrá ubicarse y guiarse mejor en el texto. Así como el cuerpo se divide en cabeza, tronco y cuatro extremidades, dos superiores y dos inferiores, debemos ser capaces de poder decir en qué grandes partes se divide El Príncipe.

Tenemos la cabeza: los tipos de principados que existen, y llegar a saber cómo se adquieren.

¿A qué palabras hay que poner atención, qué palabras clave hay que buscar para rearmar el índice que Maquiavelo no nos dejó?

En el futuro responderemos a cuántas y cuáles son las partes de El Príncipe, pero en este momento dejamos que el lector las busque. Usemos nuestras habilidades de caza.

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