HISTORIAS PARA STORYTELLERS

Alberto Benitez
6 min readSep 6, 2024

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Si cuentas una historia de un objeto cualquiera, ¿podrías venderlo más caro que otro idéntico pero sin historia?

A tu alrededor, ahora mismo hay muchos objetos insignificantes. Baratos, chafas, normales, fáciles de sustituir o cambiar, comunes, producidos en serie. Nada especiales.

Si a uno de esos objetos le pones una historia, le haces un cuento, ¿eso le daría más valor?

¿Y porqué pasaría eso? ¿Exactamente cómo una historia echada encima de un objeto, puesta arbitrariamente sobre él lo haría más valioso para alguien? ¿Por qué alguien pagaría más por un objeto con una historia echada sobre él, que por otro exactamente igual en todo sentido, pero sin es cuento?

En 2021 pasó algo interesante en México, en Monterrey concretamente.

Un niño ganó un total de $11,000 pesos ($550 USD) vendiendo amigos imaginarios a sus compañeros en la escuela. No de una sola vez, sino a lo largo de un periodo. Un pesímo periodismo sólo reportó ésta información:

“Gracias a esta ingeniosa idea, el pequeño de 7 años logró vender 25 amigos imaginarios y reunió la cantidad de 500 pesos en un solo día.
Según medios locales, maestros del colegio donde asiste Jorge comentaron que los niños si interactuaban con su compra, ‘los demás estudiantes empezaron a interactuar con los amigos imaginarios que compraron’.
Luego de que los directivos y maestros descubrieran el negocio, citaron a los padres del menor para informarles sobre el “negocio” fructífero de su hijo.
El padre mencionó que su hijo es gran admirador del programa de televisión Shark Tank México, y quizá de ahí se inspiró en la idea que lo hizo tan popular entre sus amigos.
Ahora Jorge será vigilado por los maestros para evitar más negocios de ese tipo.
Shark Tank México es un programa en la que participan grandes empresarios mexicanos como Arturo Elías Ayub, Rodrigo Herrera Aspra, Patricia Armendáriz Guerra y Carlos Bremer Gutiérrez, quienes en cada episodio escuchan a empresarios que buscan inversionistas para potencializar sus productos”.

Como señala la nota, desgraciadamente el niño ahora está “vigilado” y quizás hasta llevado a terapia. Esa es la educación en México.

Es claro que lo que este muy jóven talento vendía eran historia, y que lo que compraron sus compañeros eran historias.

De 2021 retrocedamos a 2009.

Rob Walker rompio su taza favorita.

La taza rota

Un objeto cualquiera. No le había costado más que un par de dolares, no la habia comprado en un museo ni era una antiguedad, no venía del extranjero, no la había heredado, no se la había regalado su esposa o su hijo, obviamente no era de ninguna marca. Era nada más que un objeto hecho en serie como millones. Algo como cualquier objeto en Toy Story (eso pensaste, ¿verdad?).

Pero le dolió perderla.

¿Por qué? A fin de cuentas la podía sustituir por otra exactamente igual y hasta nueva. Estéticamente, el objeto no valía nada.

Pero él la hecho de menos por lo que podía recordar al verla, al usarla.

Y se hizo una pregunta: un objeto barato, desdeñable, si se le pone una historia, ¿esa historia haría que tuviera más valor, incluso más valor monetario que otro sin historia?

No se quedó con la duda.

Con Joshua Glen pensaron en un experimento para probar su idea. Comprarían un montón de objetos como aquella taza (baratos, hechos en serie etc.) pero a cada uno le pondrían una historia. Y luego los pondrían a la venta. Contactaron escritores. El proyecto no tenía ni presupuesto ni afán de ganancia y así se lo dijeron a los escritores. La gente se entusiasmó. Entre los dos hicieron el trabajo (contactar y agendar a los escritores, tomar las fotos, subirlas a E Bay, editar y subir las historias, comprar los objetos y un largo etcétera).

En total, todos los objetos en el experimento costaron $128 USD ($2,560 pesos mexicanos).

La suma total de su venta ascendió a $3,612 USD ($72,240 pesos mexicanos) que por cierto donaron a caridad.

El experimento fue por completo un proyecto del ocio. Otium: del tiempo que se dedica a las actividades valiosas en sí mismas y por si mismas, en oposición el necotium: lo que se tiene qué hacer para alcanzar otro objetivo, como trabajar para ganar dinero para mantenerse.

Al interrogar a los compradores, encontraron que había fans de los escritores, compradores que pagaron para apoyar a su escritor favorito. Pero la gran mayoría de los compradores declaró que fue la historia lo que lo determinó a comprar. Por cierto: cada uno y todos los objetos subieron de valor. No hubo uno sólo que se vendiera en menos o en lo mismo que costó al equipo.

Otra explicación de los compardores fue que el proyecto, la idea loca les encantó.

Rob Walker se explica los resultados de la siguiente manera:

“Convocamos a crear historias. Los objetos eran excusa para las historias… que al mismo tempo nadie hubiera leído sin el objeto, o que no huberan sido leídas de igual manera sin el objeto”.

Vayamos más atrás, de 2009 a 2007. Joshua Glen explica el origen de la idea:

“Yo había escrito un libro en 2007 llamado Taking Things Seriously (Tomándose las cosas en serio), que consistía en historias de la vida real… pedía a la gente que me contara sobre objetos que eran significativos e importantes para ellos en sus vidas, normalmente objetos muy sorprendentes y ordinarios que tenían una gran historia asociada de alguna manera. Había leído el libro Buying In de Rob, que era una síntesis de su columna Consumed, que es una columna increíble de la revista New York Times. Nuestros libros salieron más o menos al mismo tiempo, y eso de alguna manera fusionó nuestras corrientes, de modo que el hecho de que nuestros libros salieran al mismo tiempo nos unió”.

Rob Walker sobre el origen del proyecto:

“Se me ocurrió que la gente habla de cómo el significado de los objetos proviene de su historia. Y me interesaba saber si se podía medir eso. ¿Y cuál sería una forma de medirlo? Y de la idea absurda, a la idea divertida era ver qué pasaría si la gente inventara historias, eligiera objetos al azar y la gente inventara historias totalmente falsas y luego subastara esos objetos. Así que esa sería la verdadera medida del valor. Pasé una buena parte del tiempo sin hacer nada con respecto a esa idea. Y luego salió el libro de Josh, Taking Things Seriously”.

Termino este texto con las biografías de los creadores:

Rob Walker es autor, periodista y educador. Escribe Branded, una columna semanal sobre marketing y branding para Fast Company, y un boletín quincenal, The Art of Noticing. De 2019 a 2021 fue redactor sénior y columnista de Marker, una publicación empresarial de Medium, que cubre diseño, tecnología, marketing y cultura. Colaborador de The New York Times desde hace mucho tiempo, escribió “The Workologist” para la sección de negocios del domingo desde 2013 hasta 2018; su columna “Consumed” apareció en The New York Times Magazine desde 2004 hasta 2011.

Joshua Glenn, escritor, editor y analista semiótico estadounidense. Es el cofundador de los sitios web HiLobrow, Significant Objects y Semionaut. De 1992 a 2001 Glenn fue editor y coeditor de Hermenaut, una publicación periódica de filosofía y crítica cultural, descrita como “un fanzine que da voz al pensamiento intelectual independiente… una revista académica sin la universidad, una caja de resonancia para gente pensante que opera fuera de la torre de marfil”.

Interesante, ¿no?

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