Hasta los Replicantes tienen miedo

Alberto Benitez
3 min readNov 23, 2017

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Las historias de zombies no son ciencia ficción. George A. Romero dejó una confusa herencia al sugerir en la película clásica que algo como marciano o como venenoso causó a los zombies.

La CF siempre ha ganado con casi cualquier mezcla de subgéneros. No me interesa decir que la CF debe ser esto o aquello exclusivamente, pero quiero entender mejor de qué tratan las historias de zombies. Creo que no son de CF. Hay que revisar qué significa eso, y las puertas que puede señalar.

Los zombies son un cuento de terror. Es un dispositivo lingüístico para mover las emociones de angustia, terror, asco. Esta diferencia importa porque los modos en los que la CF trata la muerte -la vida después de la vida, la reanimación- son característicamente distintos. Frankenstein es la ciencia venciendo a la muerte. Pero no es un zombie porque su drama es su conciencia. El drama de la vida en la CF es justo la conciencia: si los extraterrestres la tienen, si hay un solo tipo de, si la racionalidad es buena, mala o qué, si hay un lenguaje universal o si puede haberlo, si las máquinas tienen o pueden tener conciencia, si los clones son personas, etc., etc. Las historias de zombies no tratan de la conciencia, por eso no son de CF.

Pero cuando Romero mete un conflicto social en su cuento nos da una pista. Utopías y distopías son temas básicos de la CF. En las películas de Romero que continúan la serie hay varias que ponen el ojo en los problemas de la sociedad del futuro: ricos-pobres, si la tecnología ayuda, si la ciencia vencerá a los zombies, si son una epidemia viral (como se sugiere en decenas de series), si son otra especie humana, etc. En ninguna historia de zombies que yo sepa se inclina por la magia: no recuerdo alguna serie en la que alguien sugiera que los zombies son cosa de magia, y por eso son la condenación definitiva de la humanidad. Tampoco se declara nunca que sean la Condenación: el castigo divino. Los zombies no señalan ninguna nueva religiosidad. Siguen en el mundo positivo, de la ciencia, de la política.

De lo que tratan los cuentos de zombies es de política. Los zombies invaden. Destruyen la civilización. Destruyen la sociedad. Son invencibles como problema, pero se pueden enfrentar y derrotar y establecer exitosamente zonas de cuarentena, oasis en un planeta vuelto contra la Humanidad. Pero sólo oasis. Ya no más gobiernos ni naciones. Lo que se necesita para establecer esos oasis no es tecnología. La ciencia no cura nada: ni hay cura ni vacuna. Lo que se necesita, es valentía, fuerza, solidaridad, altruismo… Y miedo, y violencia, y una autoridad fuerte. Autoritaria. Incluso cruel. De lo que tratan las historias de zombies, en lo que se transformó ese cuento de terror porque eso es lo que nos importa ahora, es de lo que necesitamos para organizarnos. Los cuentos presentes de zombies son cuentos de política naive. De política que no quiere ser política.

En todo el mundo la política y los políticos son detestados. Y como padecemos una incultura política rampante por la que los electores prefieren votar por un demagogo como Trump antes que por un político como Hillary, y como la brecha entre clase política y ciudadanía se ha ido ensanchando, tenemos miedo. Angustia, desazón, incertidumbre: los colores del miedo pues. Tomamos un cuento de miedo y le ponemos el que padecemos. En los cuentos de zombies nunca hay cura. Ni victoria ni restablecimiento del orden. Pero este cuento político no es ni utopía ni distopía: no hay un gobierno. Hay, personas. Familias, clanes. Y ya. Y todo concluye así, todo concluye ahí. Como en una distopía de tribus acosadas por una amenaza permanente. Todos sabemos que encuesta tras encuesta la familia y los amigos son a lo que la gente en todo el mundo dice tener confianza, y también de lo que más desconfía: de los extraños. Como es siempre en los cuentos de zombies.

La CF, si quieren los autores, podría ser más política y ver en este hueco, en este temor una oportunidad.

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