Alberto Benitez
6 min readDec 14, 2015

El verdadero amor a la humanidad

En los días finales de la guerra del fin del mundo, los doce flamantes dictadores terminaban los detalles de la Nueva Política. Luego de actuar la guerra más cruel del mundo hasta entonces, debían mostrar todas las cosas buenas que gracias a ella se habían alcanzado. O, al menos debían mostrar algo.

- Retomaremos el debate donde lo dejamos. Hay que decidir si es el amor o la ambición lo que debemos eliminar para garantizar con ello la desaparición de las conductas agresivas. Otra comisión ha aprobado ya la creación de castas genéticamente diseñadas: no habrá desempleo ni huelgas ni quejas si cada obrero es parte de la maquinaria. Nosotros debemos garantizar que la población no pueda generar más conflictos.

- No sólo conflictos: que no pueda causar más guerras.

- Yo empezaré. Es el amor. El amor es como una loba recién parida: hará lo que sea por alimentar a sus crías. El amor es eso: un monstruo desconsiderado y egoísta.

- No, no, eso es el resultado del amor. El amor es una serie de reacciones bioquímicas, impulsos eléctricos que podríamos controlar si conociéramos los cables, las vías, las sustancias y sus caminos.

- Irrelevante. Aunque fabricaras una droga de amor los resultados serían los mismos: lobos hambrientos cazando, cazándose, devorando al mundo.

- Además, el amor es la causa de crimen. Hace tan importante a cualquier muchachita o muchachito que convierte a tan poca cosa en causas suficientes para matar.

- Déjame añadir algo: es la causa del miedo. Amar te hace saber que puedes perder. Los amantes son celosos. Sin amor desaparecería el temor.

- Si el amor fue invento de alguien, querría tenerlo aquí para azotarlo, sacarle las tripas y colgarlo de ellas.

- Señores, señores…

- Bah, le daría apenas lo mismo que él nos dio…

- Señores: estamos aquí para decidir la política.

- La ambición no importa. Es nada más que una forma del amor: es amor a uno mismo. Si el amor hace a cualquiera causa suficiente para matar, esta otra forma del amor hace que cada quisque se crea digno de honor.

- ¿El amor es, pues, la causa? ¿Todos a favor?

- … que quede en archivos que todos los miembros de la comisión aprobaron que la causa de la guerra es el amor. Eliminándolo es como se elimina la guerra.

- Concentrémonos ahora: estamos decidiendo cómo se vivirá de ahora en adelante.

- Falta contar con los medios para alcanzarlo…

- En seguida hablaremos de ello. Lo principal es saber qué haremos. No debemos preocuparnos por los medios: si el fin es justo, los medios serán justos. Los faraones jamás dudaron, ¿por qué lo haríamos nosotros, que vamos a ser más grandes?

- Desde ayer disponemos de los medios necesarios.

- ¿Ayer?

- Ayer — pido disculpas por no haber informado a la mesa antes — fueron derrotadas las últimas bolsas de resistencia en América. La Ciudad de México fue lo más difícil, pero se acabó. Ya podemos movilizar las tropas y ordenar los desplazamientos y encarcelamientos necesarios. Por televisión se informa desde hace unas horas del cese de la resistencia, de la implementación de la ley marcial pero sobre todo del programa universal de recompensas. Esta hecho.

- Terminemos el debate señores: ¿se aprueba el programa Longo?

- ¿Quién se llama aún Longo?

- Todos tenemos nombres ridículos, pero eso también terminará. Sin embargo el programa lleva el nombre del autor para acelerar su ubicación. ¿Se aprueba o no? ¿A favor?

- Todos.

- Aprobado. Empezaremos por la campaña contra el romanticismo. La posibilidad de tener coito libre durante los próximos años encandilará a la mayoría. Según las encuestas podemos confiar en que pocos desean aún tener hijos (los rumores de contaminación nuclear fueron utilísimos), y la falta de vivienda y la campañas de agradecimiento y recompensa a los soldados en el frente hará el resto. El coito libre es una recompensa clara.

- Y barata. Pero no basta.

- Lo primero, por oportunidad, es ordenar que el premio debe durar varios años. Al menos los nueve años que duró la guerra y que deberían ser más para agradecer a las tropas. Remacharemos que fue la guerra del fin del mundo, así que hay que dar premios extraordinarios. Todos somos de todos…

- … y vamos eliminando el sentimentalismo. ¿Nueve años serán suficientes para que se olviden los apegos?

- Por eso también es fundamental el programa de reubicaciones. Bajo ninguna circunstancia los soldados deben regresar al hogar. No deben retomar los viejos apegos.

- … los rumores de envenenamiento nuclear no son falsos, después de todo…

- … sólo los de su localización. No se detonaron más que cuatro bombas nucleares, tres eran tácticas; pero, ¿quién distingue unas ruinas de otras? Todo se ve igual en TV. ¿Y quién querrá vivir entre ruinas si se ha salvado de la guerra?

- De verdad esta guerra fue justa. Fue el medio más eficiente para por fin poder dictar lo que es mejor para la humanidad. Casi parece un acto divino.

- Los dioses no hacen política. Los eficientes fuimos nosotros, que cogimos a la oportunidad de su calva cabeza. Nosotros somos los justos.

- Coronemos esta guerra con el verdadero amor a la humanidad. Terminemos de clausurarla de la mejor manera.

- ¿Por qué se llama programa Longo?

- Es de verdad el nombre del autor, pero es homónimo de un viejo escritor*. Si le interesa he conservado una copia.

- Desde esta noche no será necesario leerlo. Gracias de todos modos.

- No divaguen. Junto con estas acciones Longo estableció…

- … hay que correr el rumor de que hay vastas zonas definitivamente inhabitables, y que no hay sobrevivientes, o que no vale la pena buscarlos…

- … Longo estableció que además de la promiscuidad y de la esterilidad -voluntarias u obligadas- hay que desalentar el apego, el cariño, las amistades. No debe permitirse la existencia de fidelidades personales.

- ¿Cómo lograremos eso?

- Para causar el desaliento es que establecemos la promiscuidad como premio: si puedes tener a cualquiera, entonces nadie es especial.

- Todos somos de todos. De acuerdo.

- Finalmente, nadie es especial si todos son iguales. Con impresoras 3D eliminaremos las deformidades, caras rotas y miembros perdidos. Eliminaremos la belleza -lo más pronto posible- dándosela a todos. De esa manera no habrá ninguna causa para preferir a alguien.

- Si todas son Helena, no habrá Troya…

- ¿Qué es eso?

- Oh, otro libro viejo.

- Necesitamos asignar todos los recursos necesarios. Es fundamental que todos sean sexualmente atractivos. La gratuidad y la igualdad provocarán el desaliento. No debe haber vacilaciones, no debemos escatimar recursos.

- La igualdad eliminará a Helena. Justo, justísimo.

- Poco a poco… No sé si sea suficientemente…

- ¿Basta la gratuidad?

- Sí. Y tú lo dijiste: una loba satisfecha no necesita matar. La nuestra ni parirá, ni distinguirá a nadie. Será una perrita dócil.

- Gratuidad, igualdad… Como idea parece suficiente, pero…

- … pero también hay que usar la fuerza. No la dejaremos de usar. No es la primera vez que un ejército combina el combate con la represión. Se hizo muchas veces hace decenas de años, de hecho muchos procedimientos los copiamos de manuales europeos y asiáticos del siglo XX.

- La gratuidad y la igualdad eliminarán al amor: no habrá nadie que valga la pena preferir. Después de varios años de mantener ésta como la única igualdad también la belleza desaparecerá. No será más anhelada.

- Me cuesta trabajo ser optimista. Nadie lo ha conseguido…

- Porque nadie lo buscó. El amor no será sino idéntica disponibilidad para el coito, y ahora podemos garantizarlo. Entiendo tus reservas, pero lo conseguiremos. El amor se desvanecerá. Nada alentará a nadie y así nadie deseará causar más guerras.

- Quiero proponer cambiar el nombre del programa.

- No es necesario. Nadie tampoco conocerá más al otro Longo.

*Longo, sofista de Lesbos, s. III a.C, autor de Dafnis y Cloe, novela

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