De una mala lectura

Alberto Benitez
11 min readApr 22, 2023

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Kim Stanley Robinson no es un autor inteligente.

Eso hace muy interesante discutir su éxito.

En una charla de febrero del año 2020 (“Learning From Le Guin”, que se puede ver en YouTube), asegura que la CF es una expresión del nivel de industrialización de los países y que por eso hay CF en China pero no en Latinoamerica. Dice que el realismo mágico de García Márquez refleja el nivel de industrialización de Latinoamerica.

En la misma charla asegura que China colonizará la Luna antes que los EU.

Parte del éxito de Kim Stanley Robinson tiene qué ver con la actitud del público hacia sus declaraciones.

Algunos lectores aplaudirán con gusto a la declaración de que China colonizará la Luna antes que los EU. Robinson se equivoca, pero la persona que cree las mismas cosas que cree Robinson lo acompañará con facilidad en sus textos.

Lo mismo le pasará al que cree que el nivel de industrialización en Latinoamerica es inferior al chino, y que esa es la causa de que en LA no haya CF pero en China sí.

Marte Rojo, aunque es una novela mediocre, ganó los premios Nébula (1993) e Ignotus (1997). Y fue un gran éxito comercial.

El lector descuidado la puede reseñar así: “¡Es la novela que trata sobre la colonización de Marte! ¡Explica los conflictos que pueden ocurrir y expone las máquinas que ayudarán en la colonización!”.

Y es cierto. Sí trata de la colonización de Marte, si habla de las máquinas para la colonización y dice cosas sobre lo que pasa con los grupos humanos en esa circunstancia.

Pero lo hace muy mal.

Tomar esta foto ha sido de las acciones más peligrosa en la historia de la especie.

Cuando el viaje del Apolo 11 y su llegada a la Luna, Nixon dijo “this is the greatest week in the history of the world since the Creation”.

Y tenía razón.

La colonización de Marte será la empresa más compleja realizada jamás por la especie. La construcción de las pirámides en Egipto o las del Valle de México son empresas mucho más sencillas en comparación. Las operaciones militares en la Primera y Segunda Guerras Mundiales serán acciones mucho menos complejas diplomática y políticamente que poner de acuerdo a los que participarán en la colonización de Marte. Las máquinas que se deberán inventar, desarrollar y perfeccionar serán mucho más numerosas y complejas que aquellas desarrolladas para pelear la Segunda Guerra Mundial. Uno tiene que comparar la colonización de Marte con el largo proceso del que resultaron las ciudades de Roma, Ur, París o Tenochtitlán para teneruna comparación equivalente.

Robinson no se toma en serio la colonización de Marte.

¿Qué pasa en su relato? ¿De qué se trata, según él, la colonización de Marte?

Según Robinson, se trata de que se invierten decenas de billones de dólares y euros y yenes en abrir una mina en el lugar más difícil e inaccesible, por razones que nunca se explican. También, por razones que nunca se explican, miles de personas quieren llegar o trabajar en esa mina, pero las que llegaron primero repudian a los nuevos, también por razones desconocidas. Al final todos los mineros pelean entre sí (no sabemos nunca divididos en qué facciones) al punto de poner en riesgo la existencia misma de la mina, sin que el lector sepa nunca para qué o por qué viajaron hasta allá ni mucho menos qué los conflictos tan graves padecen que elijan poner en riesgo sus vidas.

Robinson divide su relato así:

Primero el largo viaje. Los viajeros son todos científicos y técnicos super calificados porque van a construir la más complicada e incierta instalación jamás realizada por la especie humana. Comparativamente, los viajes de los vikingos por el Atlántico y por el Mediterráneo son más seguros. Comparativamente, la construcción de Constantinopla tuvo menos problemas técnicos.

¿Por qué hacen el viaje?

¿Qué buscan?

¿Qué desean?

¿Qué ambicionan?

No lo sabemos.

Ni siquiera conocemos su estatus: ¿son ciudadanos que van a colonizar, emigrados bajo el gobierno de la ONU que iniciarán una nueva nación, empleados o accionistas o socios de una empresa, esclavos mandados por sus amos, fieles de un culto que busca una tierra donde escapar de una persecución, fugados que escapan del castigo y persecución de una autoridad, mercenarios que cobrarán un buen salario, prospectores detrás de un tesoro?

Robinson quiere que creamos que la primera colonia en Marte llegará sin ninguna instrucción ni mando político. No hay militares entre los primeros viajeros. Ni uno. Eso es, cuando menos, difícil de creer.

Todos ellos son necesarios por las complicaciones técnicas y hasta científicas de la empresa.

Pero, ¿ellos por qué van? ¿Para qué van?

Nunca se aclara.

Nunca sabemos qué quieren.

La instalación de viviendas, máquinas y transportes es lo suficientemente complicado como para que el autor tenga muchos pretextos para describirlo y para que lector se mantenga leyendo.

Pero hoja por hoja hay algo que no cuadra: ¿para qué ponen en peligro su vida? ¿Qué recompensa tendrán?

Otro defecto que debilita el relato: nunca tiene problemas con las máquinas.

Los reactores nunca fallan. Los robots tampoco. Las computadoras nunca sufren desperfectos. Ellos nunca enferman. Los vehículos nunca sufren problemas más complicados que un cambio de una batería.

Eso es absurdo.

En la segunda parte hay un único punto interesante: una de las científicas está moralmente disgustada con la creación de la mina. Expresa su disgusto y eso le da motivo a otro personaje para dar un interesante discurso sobre por qué la mina es lo suficientemente valiosa material y moralmente como para rechazar las objeciones en su contra. Y ya. Es todo. La personaje que está molesta sigue molesta pero nunca hace nada. No sabotea, protesta, reclama o deserta… Esa inacción hace inverosímil su molestia. Le quita peso y fuerza. Lo único que hace en su indignación moral es llorar y dejarle de hablar a algunos de los otros técnicos. O sea que la pena moral que padece no es algo importante. Y si no lo es para ella, menos para el lector.

Un día, obviamente, terminan la instalación.

Empiezan a llegar nuevos mineros. Miles. Miles de nuevos mineros.

Se declara que están pasando cosas terribles en la Tierra. Se menciona una guerra con armas nucleares entre Pakistán y la India. Se dice que cada día hay más contaminación y que en general “las cosas van de mal en peor”.

Pero nunca se explica qué o cómo. El autor descuida algo fundamental: ¿por qué algo tan peligroso e incierto como el viaje a Marte y la vida en Marte es una opción menos mala o hasta buena para los que viven en la Tierra? Ir a Marte es algo incierto de muchas maneras. ¿Por qué varios miles lo prefieren a quedarse en la Tierra?

Y de nuevo, el autor omite el punto básico de explicar con qué carácter llegan los nuevos mineros: ¿ciudadanos, esclavos, fugados, empleados, prospectores, hombres libres…?

Así que es imposible saber qué beneficios buscan, ni de qué amenazas escapan.

¿Para qué va toda esa gente a Marte?

Robinson es incapaz de imaginar para qué alguien querría ir a Marte.

Y por esa causa su texto nos va dejando indiferentes.

A lo largo del relato hay muchos paseos interesantes. ¿Cómo no los va a haber en un planeta que se está colonizando? Robinson usa este recurso permanentemente. En cada parte del texto los personajes van de un punto a otro de Marte explorándolo. Este es el único elemento de interés.

Hay otro elemento que quizás sea el más frustrante.

Una mujer, una de las primeras mineras, tiene el plan secreto de crear una colonia de su propiedad, independiente y separada de la que van a instalar el resto. Hace cosas complicadísimas y peligrosas. Primero, consigue meter polizones en la nave, superando la vigilancia de los otros tripulantes y de los que cosntruyen el cohete. Luego guarda, fecunda y da a luz a varios sus óvulos, con el semen de varios los otros primeros viajeros para ser así la primera (y quizás única) mujer con hijos en Marte. Va a ser la creadora del linaje marciano. Nosotros diríamos, del pueblo marciano. Una nueva Eva.

Invita, de manera indirecta y confusa, a un técnico francés. ¿Por qué a él? No sabemos. ¿Por qué solo a él y no a varios otros? Tampoco sabemos.

Esta mujer hace estas cosas peligrosísimas y audaces por alguna razón desconocida.

Y tiene todo el éxito.

Da a luz sin problemas. Funda su colonia secreta con éxito. Pasa la multitud de problemas técnicos y materiales, olímpicamente. No tiene problemas de fricción social. Se insinúa que su colonia crece hasta alojar varias centenas de personas, niños y adultos, aunque el número y calidad de esa colonia tampoco se aclara nunca. Y aunque cualquier lector intuya que tener hijos en una colonia en otro planeta no debe ser una situación sencilla.

No se sabe nada de este personaje.

¿Para qué hace lo que hace?

¿Cómo lo hizo?

¿Quiénes la ayudaron? ¿Para qué la ayudaron?

¿Qué problemas enfrentó ella, ellos?

El autor avanza dejando un montón de preguntas sin respuesta.

Eso es algo característico de este texto.

Nunca sabemos qué quieren los mineros. Ni los primeros ni los segundos.

Se instalan, y se declara que padecen fricciones nacionalistas y religiosas entre ellos. Eso nos da una pista sobre su estatus, pero nunca se confirma.

Los mineros que llegaron primero son incapaces de crear un gobierno. A pesar de que se nos dice que son grandes inteligencias, a ninguna de esas lumbreras se le ocurre discutir quién y porqué y cómo va a mandar en Marte. Nunca se dedican a ello. Nunca se plantean el problema.

Esos primeros mineros son testigos de las fricciones que empiezan a darse entre la población por cuestiones religiosas, morales o de nacionalidad. Pero nunca enfrentan los problemas. No sabemos si por indiferencia, porque sienten que no pueden, porque sienten que no deben, porque algo los amenaza, porque propias sus cuitas los absorben, porque quieren en secreto que la mina estalle…

Y, así se llega al final. Un final igual de malo.

Estalla una guerra en Marte. No sabemos entre quiénes. No sabemos por qué. No sabemos qué problemas tan insolubles y graves no se han resuelto que miles prefieren poner en riesgo su vida antes que negociar.

En medio del caos, varios de los primeros mineros son rescatados… por personajes desconocidos. Los hijos o miembros de aquella colonia instalada en total secreto por la audaz Eva marciana.

Este grupo fue fugazmente mencionado como probable responsable de algunos actos de sabotaje contra la mina. Sabotajes pequeños, que nunca ponen en peligro real a la mina. Sabotajes que nunca sabemos para qué se realizan. Pero, por otro lado, como no hay un gobierno en Marte, esos actos de destrucción no pueden ser calificados como sabotaje. No son, en Marte, ilegales.

Nada es ilegal en Marte.

En la guerra, aparecen sin explicación, sin justificación, esos marcianos. Y salvan a varios de los primeros viajeros.

¿Para qué?

¿Para qué si nunca los ayudaron ni obstaculizaron?

Y así, mágicamente, se salvan.

Fin.

Con todos esos defectos, Robinson tuvo mucho, mucho éxito con su novela.

¿Por qué?

Otra muy popular mala novela

Al mismo tiempo que leía Marte Rojo también leí Ciudad sin estrellas, novela ganadora del premio Minotauro en 2011.

Ciudad sin estrellas es una obra muy mediana.

Fue una coincidencia extraña leer al mismo tiempo dos exitosas novelas con muy poco mérito literario.

No dejo de preguntarme cómo es que cualquiera de ellas se convirtió en una obra de renombre, una que muchos lectores creerán que es de calidad a pesar de los defectos que pueden señalarse puntualmente.

Pero es no me inquieta tanto. Todas las obras son sometidas al paso del tiempo, y así como muchos millones de libros han sido olvidados eso pasará con estas obras si de verdad son malas. Si no lo son y yo me equivoco, seguirán leyéndose dentro de cincuenta, setenta años.

Sobre porqué y cómo es que tuvieron éxito, sólo puedo especular.

Creo que ambas obras, Marte Rojo y Ciudad sin estrellas se sostienen sobre industrias culturales muy robustas. Hay premios, hay lectores, hay librerías, bibliotecas… Los autores y las editoriales tienen canales de comunicación y difusión que alcanzan al lector y lo emocionan y lo persuaden a que vaya, compre y lea esos textos. Esa industria sabe cómo conectar con los lectores y presentarles productos que les dan un valor que los lectores están dispuestos a comprar con su dinero.

Las dos novelas que he leído paralelamente tienen muchos defectos. Pero hay lectores que encontrarán valores en cada una, según el tipo particular de lector que en ese momento sean. Por que los lectores cambian conforme leen, tanto como los escritores conforme escriben.

Terminé de leer ambas novelas porque deseo entender mejor el fenómeno literario y porque deseo tener un panorama claro del estado de la CF en el mundo, saber qué temas se trata, saber qué giros, qué tramas se tratan más, cuáles se ponen de moda, y reflexionar en sobre cómo y por qué algo se pone o pasa de moda y en cómo y porqué hay otras cosas que nunca han pasado de moda.

En el caso de Marte Rojo su autor usa un recurso que creo va sosteniendo a su lector durante todo el texto, ayudándolo a pasar encima de sus defectos.

Robinson repite cada varias páginas que el capitalismo es malvado y causa de la destrucción de todo. Los problemas que tiene la mina se deben por completo a las empresas que han pagado el viaje y las máquinas y los salarios de los viajeros. De alguna manera, porque nunca se explica cómo, hacen enfurecer a los mineros.

Hay varias frases de halago a la izquierda, incluso una a Fidel Castro como si fuera una figura heroica y no el dictador que fue.

Si alguien con esas creencias lee Marte Rojo le dará más crédito del que merece, por que el texto halaga sus creencias.

Igual que como una novela mala que halague, digamos la creencia de que los jóvenes deben respetar a los adultos porque son adultos y así debe ser, será bien recibida por ese sector del público. El autor de ese texto no se mete a discutir si esa creencia es correcta: simplemente la halaga y de ese modo se gana a ciertos lectores. Como esos lectores particulares encuentran un texto que les da la razón, ellos mismos se encargan de difundirla y hacerle publicidad.

Hay una novela así, que ha sido de las más exitosas en México: Juventud en éxtasis. La novela es muy mala, pero usa el mismo recurso que Robinson en Marte Rojo: halagar al lector. Decirle al lector que sus prejuicios son correctos. Decirle al lector que no necesita pensar: que ya sabe la verdad.

Parece que este recuso es sumamente exitoso.

Pero es inmoral.

Porque convierte al escritor en un propagandista.

Porque mantiene y sostiene creencias que pueden ser incorrectas en lugar de discutirlas.

Porque mantiene al lector en el mismo estados intelectual y moral en el que estaba antes de leer el texto.

Porque halaga la vanidad e ignorancia del lector.

Leer estas malas novelas, tratar de entender cómo funcionan y porqué funcionan me ha permitido aclarar algunas ideas. Fueron el material correcto para un trabajo especial, y para el otro que es necesario para cualquier que quiera escribir.

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